El manantial de la eterna juventud

¿Te imaginas poder vivir eternamente? ¿Te imaginas poder hacer todo lo que siempre soñaste? El bosque mágico de Tuck es una película dirigida por Jay Russell estrenada en 2002 y protagonizada por Alexis Bledel, Ben Kingsley y William Hurt.

Esta película es una de esas películas que no se olvidan fácilmente debido al gran contenido filosófico y a la brillante actuación de sus protagonistas. Está basada en la novela escrita por Natalie Babbit publicada por primera vez en 1975 y que ha sido adaptada al cine en diversas ocasiones.

La historia se centra en una familia de clase media-baja (la familia Tuck) que vive oculta en un bosque desde hace generaciones, escondiendo y protegiendo la fuente de la juvetud. Un día su vida cambia de repente cuando, misteriosamente, una jovencita se adentra en el bosque y “modifica” el ritmo de vida de esta familia.

Esta misteriosa chica se llama Winifred Foster, es la hija del hombre más rico de la ciudad y dueña del bosque en el que los Tuck viven. Tiene diecisiete años y lo único que anhela es poder salir del recinto de su casa en donde se siente como una prisionera. Cuando se encuentra en el bosque con Jessie Tuck, el hijo menor de la familia, siente que ella también quiere ser libre, pero el hermano mayor de Jessie no se fía de ella y piensa que Winnie puede ser la que finalmente revele el secreto de la familia. Así, se la lleven a su casa y la retienen en contra de su voluntad. Poco a poco Winnie se va adaptando al modo de vida que los Tuck llevan y por primera vez se siente completamente libre.

Cuando Winnie se entera del secreto, no puede más que sorprenderse y ella también quiere beber de esa fuente, en donde el agua “flotaba en la boca como si de una nube se tratara”, pero el señor Tuck le proporciona a Winnie una lección para la vida. Es una de las escenas más emotivas de la película que se puede resumir en la siguiente frase:
“La vida es un ciclo, se nace, se vive y se muere. Nosotros somos como rocas clavadas en el agua (…). No temas a la muerte, sino a la vida no vivida. No tienes que vivir eternamente, solo tienes que vivir”.

No quiero seguir contando más acerca de esta película, pero sí me gustaría hacer un contraste entre los dos personajes femeninos que aparecen en este film. Por un lado está Winnie, una joven dulce con ganas de conocer mundo, con ganas de evadirse de ese mundo donde le exigen ser una persona que no es. Cuando conoce a los Tuck se da cuenta de que su vida está vacía. Vive la vida contando los días sin vivirla realmente día a día. Debido a su educación, su madre quiere enviarla a un colegio para señoritas a las afueras de la ciudad, y es en ese momento cuando Winnie decide rebelarse contra ese mundo y se escapa de casa. Es una joven valiente, sensible y, aunque sabe que lo que su madre hace es por su bien, Winnie sabe que ese mundo no es para ella.

La señora Tuck es la otra protagonista femenina de la película. Es una mujer sencilla, y lo que más quiere es que su familia permanezca unida. Cuando Winnie aparece por primera vez en casa de los Tuck, ella es la primera que hace que Winnie se sienta como en casa. No le obliga ni le presiona a hacer nada que Winnie no quiera. May Tuck es una madre en todos los sentidos: se preocupa por sus dos hijos y por su marido; procura que la comida esté siempre en la mesa y lo hace todo con el mayor cariño. May es una mujer cuya vida, al igual que la de su familia, cambió en el momento en el que bebió de ese manantial. Pero, al contrario que su hijo mayor, May sabe que ya no hay vuelta atrás y que lo que tiene que hacer es vivir la vida: sin prisas, aprovechando los momentos que la vida te ofrece.

Para concluir, quisiera decir que esta película es una gran enseñanza para muchas personas, que piensan que no tienen suficiente tiempo en su vida. Lo importante no es cuánto se haga si no disfrutar de los momentos que la vida nos proporciona. Recomiendo ver esta película a todas aquellas personas que viven la vida contando los días, sin realmente vivirla de verdad.

Aquí os dejo el tráiler. Espero que os influya de la misma manera que me influyó a mí.

–Lucía–